DRUIDAS: NATURALEZA, AMOR Y MAGIA
Los druidas eran seres de gran casta intelectual que destacaban por su gran cultura y conocimiento: sabían medicina y astronomía, y eran grandes filósofos y científicos, amantes y devotos de la naturaleza. A pesar de su gran conocimiento y entendimiento acerca de la naturaleza y lo divino, no existe herencia escrita de su legado debido a que los druidas no escribían lo que sabían sino que tenían por regla trasmitir oralmente el conocimiento, el cual, ellos pensaban, cuando pasaba de persona a persona o de generación a generación mediante cantos, cuentos y poemas hablados, este se transformaba por quien lo vivía en ese momento, y por lo tanto, el conocimiento ganaba evolución.
La interpretación celta de la naturaleza se concentraba en el conocimiento profundo de los elementales, los cuales son energías esenciales y divinas vinculadas a la esencia de la Tierra que se representaban con personajes como las hadas, los elfos, las diosas, etc. Estos organismos fundamentales para la vida en este planeta se clasificaban en tierra, fuego, aire y agua, y quizá hubiese un quinto más, al cual ahora se le suele nombrar Espíritu. Los practicantes de la Magia Celta solían estudiar y concentrar su atención en las propiedades curativas de las plantas y las piedras, además, estudiaban el cómo utilizar los flujos energéticos provenientes de los ríos, árboles, flores, aire, montañas, etc. para crear armonía, poder y bienestar. El objeto principal de devoción de los Celtas son la Gran Madre, La Madre y las Diosas Guerreras, las cuales reflejan el polo femenino y masculino.
Los practicantes de la Magia Celta solían utilizar, como dijimos, los poderes de las plantas, hierbas, flores y piedras con sumo respeto en actos de curación o para iniciar rituales de comunicación con los espíritus divinos de la naturaleza, y solicitarles favores. Para esto, se hacían diversos tipos de rituales, muchos de ellos se han perdido y no se sabe exactamente como fueron porque, entre otras cosas, no quedaron documentados; algunos de los rituales antiguos fueron transformándose y adaptando a la era moderna, algunos de ellos los llevan a cabo los practicantes de la Magia Wicca, un grupo de personas que intentan conservar las tradiciones celtas mediante el desarrollo de una espiritualidad profunda. Esta espiritualidad es necesaria para poder transformar y lograr, incluso, lo que a nuestra razón parece imposible, pero que para los practicantes de la Magia Wicca no lo es, porque ellos parten de la idea de que todo puede ser posible siempre y cuando se le otorgue el debido respeto y la necesaria comprensión.
Así pues, el eje de intencionalidad de la Magia Celta es lograr un equilibrio entre lo espiritual y lo supremo, entre lo material y lo físico, ya que las energías que parecen contrastar dependen una de la otra. Los brujos o Magos que intentan llevar a cabo el pensamiento celta, están conscientes en que deben aprender a manejar e integrar cuatro leyes importantes para la realización de su magia: silencio, saber, querer y atreverse. Cada uno de estas leyes esta relacionada con un elemento de la Tierra. Es por eso que, para los practicantes de Magia Wicca, el principio de la Magia no radica en querer transformar la vida ni la naturaleza de maneras caprichosas, sino hay que primero otorgarle a la Tierra y a todo lo que en ella existe el debido respeto mediante una comprensión profunda de lo que es la espiritualidad, centrase en la armonía, salud y amor al planeta, antes que en otra cosa. A partir de este pensamiento profundo o esta entendida intencionalidad, entonces se puede obtener poder, amor y realización.
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