LA MAGIA DEL HUEVO
La magia, desde la que practicaban los hechiceros en las cavernas a la que se evoca hoy en cada pueblo, en cada ciudad, en cada cultura, es pura energía enfocada hacia un fin concreto. Por lo tanto, la magia es fruto del deseo, se activa con la intención y se culmina con la voluntad.
Se supone que la energía que hace posible los actos mágicos está dentro de nosotros mismos, pero el hombre descubrió hace muchos años que determinados objetos de su entorno le ayudan a enfocar esa energía, a hacerla brotar sin distracciones, con mayor y mejor concentración y, en consecuencia, de forma más efectiva.
Dan igual las creencias, la cultura, el clima, el folklore, la fauna o la flora que nos rodeen, la esencia de la magia es siempre la misma.
El huevo ha sido desde muy antiguo, quizá por su simbolismo germinal y primordial, un aliado fiel de los magos, chamanes, hechiceros y sanadores. Básicamente es considerado un elemento de limpieza del aura, siempre tan dañada por las envidias, los odios y los malos deseos.
Para practicar la limpieza del aura ha de conseguirse un huevo blanco y lo más fresco posible, en cuya cáscara escribiremos con un rotulador negro de punta fina o con un lápiz negro: “Que al paso por mi cuerpo de este huevo sean limpiados mi cuerpo físico, mi cuerpo astral y mi cuerpo mental. Que mi aura recupere su salud. Que mi espíritu se libere de suciedad. Que el interior de este huevo recoja todo el mal”.
Seguidamente se pasará el huevo sobre el cuerpo, desde los pies a la cabeza en sucesivos recorridos, arriba y abajo, hasta haber cubierto toda su superficie por delante, por detrás y por los lados.
Una vez completada la operación se mete el huevo en una bolsa de plástico grueso y se estrella contra la pared con un solo golpe. Es importante que la bolsa resista sin romperse ya que si el huevo se sale será peor el remedio que la enfermedad. Una alternativa es hacer esta limpieza en el campo y estrellar el huevo contra el suelo, ya que la tierra se encargará de absorber todas las malas energías que contenga.
De acuerdo con algunas tradiciones mágicas, la clara del huevo es un elemento poderoso para atraer a nuestros guías espirituales, de manera que nos ayuden a encontrar solución a problemas que se nos resistan: escribe en un papelito tu duda y ponlo en un plato pequeño o un cuenco. Échale encima una clara de huevo tal cual sale de la cáscara y sin que tenga restos de yema. Déjalo junto a tu cama y vete a dormir. Cuando te levantes al día siguiente observa qué aspecto tiene y trata de escuchar la respuesta, porque de alguna manera te será dada.
La cáscara del huevo también es de utilidad mágica: déjala secar bien y, con el molinillo del café, redúcela a polvo y guárdalo en un tarro de cristal. Una vez por semana vierte un poco de ese polvo en el agua de fregar y añade unas gotas de colonia. Te ayudará a limpiar tu casa de tensiones, de problemas, de envidias y todo lo negativo en general.
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